El modelo centrado en el estado como principal motor de la economía dejó de existir sin que lamentablemente haya circunstancias para desarrollar una alternativa basada en la libertad económica que permita a la mayoría de la población elevar su nivel de vida y devuelva al país un papel de importancia en la comunidad internacional.
El globo atraviesa un momento particularmente convulsionado. En el este de Europa la guerra continúa y el temor de un conflicto directo entre potencias nucleares acecha. Lo mismo en el lejano Oriente, donde la tensiones militares entre China y EEUU por Taiwán están en un punto álgido. Al mismo tiempo, la humanidad entera presencia el avance aparentemente indetenible de la inteligencia artificial con implicaciones inciertas pero probablemente profundas. También, el fantasma de una crisis financiera global sigue presente.
Sin embargo, Venezuela parece congelada en el tiempo. Con un conflicto político que no termina de resolverse y, principalmente, con una economía devastada. Lo más preocupante de la situación es que poco o nada se sigue haciendo para revertirla. Y el mundo, ocupado en cosas más urgentes, cada vez presta menos atención.
Sin embargo, recientemente Colombia albergó una “Conferencia Internacional sobre el Proceso Político en Venezuela”. No es casual que sea el Gobierno colombiano haya sido anfitrión de dicho encuentro que reunió a representantes de Nicolás Maduro con los de la oposición venezolana. Hay una conocida afinidad ideológica entre el presidente colombiano, Gustavo Petro, y Maduro. Y, más importante, Colombia es el país que ha recibido la mayor cantidad de desplazados venezolanos huywnso de la catastrófica crisis que sufre su país.
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Las buenas intenciones nunca bastan
El encuentro, sin embargo, fue más un gesto de acercamiento que una cumbre para tomar alguna decisión que pudiera revertirse a favor de la población venezolana. La declaración final de la Conferencia planteó tres puntos:
“1. La necesidad de establecer un cronograma electoral que permita la celebración de elecciones libres, transparentes y con plenas garantías para todos los actores venezolanos. En ese sentido, se mencionó la importancia de tener en cuenta las recomendaciones de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea de 2021.
2. Que los pasos acordados a satisfacción de las partes vayan en paralelo con el levantamiento de las distintas sanciones.
3. Que la continuación del proceso de negociación facilitado por el Reino de Noruega que ha tenido lugar en México sea acompañada con la aceleración de la implementación del fondo fiduciario único para inversión social en Venezuela.”
Sí, se incluye una mención a implementar un «fondo fiduciario único para inversión social en Venezuela”, algo que aunque sea una buena intención no deja de ser más que eso, una intención. Cualquier paso que ayude a avanzar en la crisis política en la que está estancada Venezuela es importante y bienvenido. Mejor sería si los tiempos de la diplomacia coincidieran con los de las necesidades del ser humano.
Las oportunidades en medio de la destrucción
En medio de todo lo malo hay una oportunidad. El modelo venezolano, centrado durante décadas en el estado como principal motor de la economía, ya no existe. Lamentablemente, ahora no hay una coyuntura favorable para desarrollar una alternativa basada en la libertad económica. Aunque no habría mejor momento para implementarla que ahora. Eso permitiría a la mayoría de la población elevar su nivel de vida y devolver al país un papel de importancia en la comunidad internacional.
En gran medida, todo pasa por la reconstrucción del estado de Derecho que permita asegurar los principales derechos (valga la redundancia) del ser humano: vida, libertad y propiedad. De esa manera, el país atraería las inversiones necesarias para explotar de nuevo sus abundantes recursos naturales.
El momento es ideal también para que los venezolanos abandones la antigua idea del estado protector y proveedor y que surjan las iniciativas individuales. No hay mejor manera de generar la riqueza que una sociedad necesita que la propiedad privada de los medios de producción. Sí Venezuela logra crear un marco regulatorio que incentive la actividad económica privada, el país podrá comenzar su reconstrucción. Lo primero es que los venezolanos tengan la convicción de que sólo con su propio trabajo, ingenio y creatividad podrán salir adelante.

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