El mes de diciembre, para los creyentes Cristianos, es tiempo de preparación espiritual, para la celebración del advenimiento del Niño Dios y tiempo de compartir con la familia y amigos. Desafortunadamente la pandemia ocasionada por el Covid-19 ha hecho que este compartir sea restringido, en aras de evitar más contagios y muertes. Pidamos que ésta pronto finalice y que en este nuevo año 2022, tal como lo hacemos durante este mes y al inicio de todo año, nos conceda salud, paz, amor, bienestar y prosperidad, entre otras bondades.
En relación con dichas peticiones, se debe tener presente, que el Creador dotó al ser humano de derechos naturales inalienables: derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada. Además, a diferencia de los demás seres vivos, le dio inteligencia, raciocinio, creatividad, habilidades, destrezas y talentos. Obviamente, éstos son para desarrollarlos y utilizarlos, innovando, emprendiendo para beneficio propio, el de la familia y la sociedad. No son para ignorarlos o engavetarlos. De ello depende el logro de todas esas bondades que se le piden al Creador al inicio de cada año.
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Del contenido del párrafo anterior, se puede concluir, tal como lo expresó el Dr. Jesús Huerta de Soto, en la conferencia “Anarquía, Dios y el Papa Francisco” que Dios es Creador y Libertario. Por ello nos dio la libertad, el libre albedrío, para que sin ataduras decidamos lo que nos conviene, según las circunstancias, deseos, valores éticos y oportunidades.
“Ayúdate que YO te ayudaré”, pareciera ser la consigna del Creador. EL nos dotó de talentos que debemos desarrollar y aplicar para obtener nuestro propio bienestar y felicidad. Esto significa que somos los artífices, los protagonistas de nuestro propio destino. Al examinar el término felicidad, veremos lo variado que resulta su significado y los caminos para lograrlo. Según Aristóteles, la felicidad no se refería a breves momentos de placer, sino al resultado obtenido al evaluar lo realizado durante toda la vida, al final de la misma. Para ello es necesario tener un propósito de vida, que conduzca a una vida de bien. La felicidad se relaciona con una vida de filosofía, una vida dedicada a la contemplación en la que se utiliza la capacidad de razonar.
Pero, los millones de seres humanos que habitan en una nación tienen distintas maneras de concebir la felicidad. Algunos pueden coincidir con Aristóteles, para otros puede ser una vida dedicada a la enseñanza, la atención de enfermos, la ciencia, la tecnología, el deporte, la música, los negocios u otras actividades. Existen diferentes formas de dar propósito o significado a la existencia. Lo importante es ser útil a la sociedad. Es lo que hace a una persona valiosa y necesaria. El resultado no sólo es financiero también representa ganancia psicológica y espiritual.
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El tener un propósito de vida requiere de determinación, disciplina, formación y de valores éticos. Mi recomendación a los estudiantes de los diferentes niveles educativos es que no se limiten a aprobar los cursos, esfuércense en lograr sus aprendizajes con excelencia y cultiven los valores éticos en su vida. La innovación requiere de todos ellos. Una buena formación les ayudará a competir exitosamente en el mundo laboral. Otra recomendación es formarse en un arte o en un oficio, además de la profesión, en el caso de los universitarios. En épocas de contingencias, como la que se vive en estos momentos por la pandemia, muchos profesionales se han visto obligados a trabajar en otras áreas y oficios, ajenos a su especialidad, como alternativas en la búsqueda de bienestar y tranquilidad para sí y para sus familias.
Los que pudiendo trabajar no lo hacen, pero esperan que terceras personas (padres, familiares, políticos de turno o gobierno) les resuelvan sus necesidades básicas, les den bienestar y felicidad, se quedarán desilusionados esperando. Los presupuestos familiares simplemente no alcanzan. Los políticos ofrecen mucho pero no cumplen o simplemente, lo poco que dan, no llena las expectativas. Para estas personas las bondades pedidas no se harán realidad.
Si queremos que todos los deseos que solicitamos al inicio de cada año se cumplan, debemos aplicar buenas dosis de ánimo, preparación, esfuerzo y perseverancia. Somos los protagonistas de nuestro bienestar y felicidad. Por ello los talentos y la libertad que Dios nos otorgó.
Por Neley A. Rueda R.

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