Los resultados del plebiscito en Chile no sorprendieron. Desde el mismo momento en que toda la clase política chilena convino en efectuar la consulta el resultado ya estaba asegurado.
Todavía queda mucho camino por recorrer hasta la redacción y aprobación de la nueva Constitución chilena. Pero, así como era previsible el resultado del plebiscito es lógico también adelantarse a lo que se producirá en Chile.
Lo que veremos será un país que apostará s entregar más poder a los políticos y que se rendirá ante ofrecimientos populistas disfrazados de reivindicaciones.
La participación en el plebiscito no alcanzó ni a la mitad del electorado chileno. Sin embargo, el Servicio Electoral chileno dijo que era el número de votantes más grande que había acudido a proceso de elección alguno en la historia reciente del pais.
Para quienes están fuera de Chile y han visto los fracasos del estatismo y el socialismo, es prácticamente incomprensible el descontento de los chilenos con el sistema que les ha dado tanta prosperidad y bienestar.
Más sorprende encontrar que dicho sistema estaba huérfano. Unas cuantas jornadad de violencia desenfrenada bastaron para derrumbarlo. Los que organizaron esa violencia se mantienen sin identificar y sus verdaderos propósitos no han sido nunca manifestados abiertamente.
La clase política apoyará un cambio en el que anticipa tendrá más poder. Por eso la defensa del actual sistema debio recaer en una ciudadanía desarticulads y desinformada que no hizo nada al respecto.
Más bien avaló el camino que conducirá a Chile a empeorar todos los problemas que ahora tiene. El voto a favor de una nueva constitución cuadruplicó al de los defensores del actual sistema.
No hay sistemas perfectos, pero si ha sistemas mejores que otros y el de Chile era mejor que, por ejemplo, el de Argentina.
El modelo chileno, bssado en el crecimiento, era exitoso y todos los chilenos compartieron ese éxito.
El crecimiento económico permitió sacar a millones de chilenos de la pobreza en la década de 1990, una proeza que no logró ningún otro país de Latinoamérica en esa medida.
Chile había duplicado su capacidad de reducción de la pobreza en los últimos años, pasando de un promedio de 3,5% de disminución anual en los 20 años previos, a 9,1% en el periodo 2010-2013, según sugirió un análisis realizado por la fundación Avanza Chile a partir del informe Panorama Económico y Social Cepal 2015..
En ese documento, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ubica a Chile como el tercer país que más redujo la pobreza entre 2010 y 2014.
Un trabajo realizado por el centro de estudios Libertad y Desarrollo demuestra que en el pasado (1990-2013) el 67% de la reducción de pobreza se logró gracias al crecimiento económico
«Dada la importancia que tiene el crecimiento económico en la reducción de la pobreza, no da lo mismo cuánto crecemos», decía Paulina Henoch, investigadora del Programa Social de Libertad y Desarrollo.
Entonces, ¿cómo es que Chile decide optar por seguir el desastroso camino de sus vecinos latinoamericanos? El ejemplo de Venezuela no escarmienta a nadie. La pesadilla chavista comenzó con una nueva constitución.
Los chilenos votaron masivamente a favor de supuestamente acabar con la llamada constitución de Pinochet. Pero esa misma constitución que ahora denostan fue profundamente reformada en el período democrático.
La sociedad como un todo no aprendió a valorar el sistema que le proveyó prosperidad y abundancia material. Y no hubo voces que lo defendiera. No hubo un discruso. Confiaron mucho en los datos y olvidaron el relato.
Y las narrativas son muy importantes. De acuerdo con la explicación del pensador alemán Hans Hermann-Hoppe «el público en general no está acostumbrado o es incapaz de razonamiento abstracto, alta teoría y consistencia intelectual, sino que forma sus puntos de vista y convicciones políticas sobre la base de narrativas históricas, es decir, de interpretaciones predominantes de eventos pasados, y por lo tanto, es sobre aquellos que quieren cambiar las cosas para un futuro mejor, liberal-libertario, desafiar y corregir tales interpretaciones y proponer y promover narrativas históricas revisionistas alternativas».
La causa de la lbertad ha perdido la batalla cultural. Somo miles de organizaciones pero no estamos en iofensiva.
Econintech ha iniciado, desde prácticamente su formación, una línea de trabajo orientada en cuestionar la historia oficial de Venezuela, ls historia impuesta por ese consenso social demócrata cuyo resultado final es la depauperación chavista.
En esa tarea ha sido fundamental la obra del economista Hugo Faría, quien honrra a la organización al ser parte integrante del equipo.
Los artículos académicos de Faría son clave para desmontar los mitos del estado socialista venezolano y sobre todo pars entender que antes de la llamada revolución bolivariana ya el país transitaba en el camino equivocado, con una población en franco empobrecimiento y un estado poseedor de toda la riqueza.
El reto está en las palabras de Frederick von Hayek recordadas porque Hans Hermann-Hoppe en su ensayo «La búsqueda libertaria de una gran narrativa histórica»:
«Debemos hacer de la construcción de una sociedad libre una vez más una aventura intelectual, un acto de valentía. Lo que nos falta es una utopía liberal, un programa que no parece ni una mera defensa de las cosas como son ni una especie de socialismo diluido, sino un radicalismo verdaderamente liberal que no escatima en las susceptibilidades de los poderosos …, que no es demasiado práctico. y que no se limita a lo que hoy parece políticamente posible. Necesitamos líderes intelectuales que estén preparados para resistir los halagos del poder y la influencia y que estén dispuestos a trabajar por un ideal, por pequeñas que sean las perspectivas de su pronta realización. Deben ser hombres dispuestos a ceñirse a los principios y luchar por su plena realización, por remota que sea. … A menos que podamos hacer de los fundamentos filosóficos de una sociedad libre una vez más una cuestión intelectual viva, y su implementación una tarea que desafíe el ingenio y la imaginación de nuestras mentes más vivas, las perspectivas de la libertad son ciertamente oscuras. Pero si podemos recuperar esa fe en el poder de las ideas que fue la marca del liberalismo en su mejor momento, la batalla no está perdida «.
Equipo de Redacción. Econintech.org
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