Lo expresado en este artículo es opinión de su autor; no necesariamente refleja la postura de Econintech.
Isaac Newton dijo una vez: “Si vi tan lejos, fue solo porque me subí en los hombros de gigantes” de esta afirmación se desprende, que la historia está llena de personas curiosas que siempre preguntan sobre el porqué de las cosas para poder descubrir los misterios del universo, de la finitud del hombre y de la fragilidad de los seres humanos. La vida diaria sería probablemente algo más ruda, sin los inventos de esos seres talentosos, como Newton, y tal vez el hombre no podría dar solución a las dificultades que enfrenta cada día la humanidad. Precisamente ahora cuando el mundo está amenazado por el Covid19, se apuesta por que la humanidad encuentre en los próximos días, con el apoyo de Dios, no solo el antídoto efectivo para frenar la pandemia, sino además, mecanismos de prevención eficaces para hacer la vida del planeta un poco más segura.
Por lo general, los inventos son para hacer la vida más fácil; un invento puede ser un objeto, una máquina, un artefacto, un material, una anhelada vacuna, entre otros, que en la mayoría de los casos surge mejorando uno ya existente, como dijera, hace mucho tiempo Heráclito, como un contante devenir, el mundo es como una perpetua corriente en el que nada permanece estático ni un solo momento, dónde todo avanza como una reacción en cadena hacía algo mejor y más práctico. Pero un invento puede ser el resultado de un hecho casual, algo al que le llegó su perfecto momento y surge como un rayo indetenible, hasta en muchos casos, puede ser el fruto de un error del propio inventor.
Basta solo con mirar a cualquier lado, para notar como el mundo está lleno de inventos, producto de muchos antecedentes, como los avances científicos de las universidades o por creatividad de las empresas y de los estados que buscan tal vez, mejorar la vida cotidiana. Ahora cabe preguntarse ¿Qué hace a unos emprendedores generar ideas para inventar cosas, mientras la mayoría solo esperan por la creatividad de unos pocos?
La respuesta a esta interrogante no luce muy clara, pues solo con mirar con detenimiento la evolución de algún sector específico de la vida, se puede notar que las cosas tienen una secuencia distinguida, es decir, cada una encaja en una dependencia perfecta de la anterior. Tal como decía el gran Newton solo bastaba con montarse en los hombros de gigantes para ver y hacer más. Si se observa por ejemplo la evolución de los medios de transporte de las personas, sea este por tierra, por el mar o por el aire, se puede percibir el avance armonioso de las cosas. En el transporte de personas por vía terrestre, no cabe la menor duda que, el invento de la rueda, unos 4.000 años a.C en Mesopotamia, incidió profundamente en el desarrollo de carrozas y carretas que facilitaron el medio de transporte de personas, hasta que el británico John Staley en 1885 inventara la bicicleta, los alemanes Dimles y Maybach la motocicleta, Carl Benz el auto a finales del siglo XIX, para que Hernry Ford desarrollara su línea de fabricación de autos en Estados Unidos de América.
Del mismo modo, si se observan la evolución de las comunicaciones escritas, las cosas están en el lugar preciso y en el momento oportuno, comenzando por el papiro en Egipto unos 3.000 años a.C, en el cual se utilizaban cañas huecas y tinta para dar vida a los primeros documentos, hasta pasar por el invento del papel por Tsai Lun en China, hacia el año 150 d.C, quien con base a la molienda de plantas leñosas cuya pulpa era sometida al prensado y secado pudo obtener las hojas de papel y estas junto a los pinceles de mechones de pelo dieron origen una caligrafía distinguida. Tiempo más tarde esos pinceles se sustituyen por la pluma de ganso y los envases de tinta. Este proceso sirvió de base para que en 1938 dos hermanos húngaros que Vivían en Argentina, Ladislao y Georg Biro inventaran el bolígrafo, una bolita metálica en la punta de un tubo muy fino que contenía tinta de sacado rápido, invento que rápidamente se popularizó en todo el mundo.
Del mismo modo, el orfebre Johann Gutenberg perfeccionó la imprenta en 1450 en Alemania, invento que permitió la multiplicación de los libros y con ellos en conocimiento hasta llegar a los tiempos de la comunicación digital y la internet. Lamentablemente también los inventos han mejorado las armas de guerra, como evidencia que el hombre comió del árbol del bien y del mal como menciona el libro de Génesis en la Biblia. “Cada invento tiene su momento y cada idea tiene quien la vea”. La humanidad no pondrá el cuello bajo el hacha del verdugo.
Por Joel Alberto Torrez
Bibliografía
Harvard Business Review. (1999). La Iniciativa Emprendedora. Ediciones Deusto S.A. España.
Timmons j. y Spinelli S. (2007). New Venture Creation. Entrepreneurship for 21st Century. McGraw-Hill.
Spilsbury Louise (2008) Historia de los inventos. Parragon books Ltd. China.

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