Lo expresado en este artículo es opinión de su autor; no necesariamente refleja la opinión de Econintech.
Indudablemente, Newton es un personaje proteico que ilumina la historia de la ciencia, sus aportes, sobre el funcionamiento del universo, han servido de apoyo a la humanidad por mucho tiempo. En cierta ocasión, este importante personaje llegó a reflexionar y pronunciar la frase siguiente: “Mantengo el tema constantemente delante de mí y espero hasta que los primeros destellos se abran lentamente, poco a poco, hasta una luminosidad completa”. Es probable que en eso se encontraba aquella fresca mañana cuando cayó una manzana sobre su cabeza y la humanidad pudo agradecer que a Newton no le gustara leer debajo de algún cocotero. La búsqueda constante era el único camino para encontrar lo que pensaba aquel genio nacido el 24 de diciembre de 1642.
El párrafo anterior sirve de partida para afirmar, que una vez que un emprendedor ha iniciado la búsqueda de una idea, es probable incluso que esa luminosidad haga brillar varias al mismo tiempo, o que una idea traiga consigo el desencadenamiento de otra más impactante, tal como comenta el libro de Harvard Business, al referirse a la fiebre del oro en California, dónde muchos aventureros encontraron solo arena y plomo, pero otros visionarios como Leví Straus puso en marcha una gran empresa para vender pantalones de lona resistente a los buscadores de oro, idea que ha perdurado hasta nuestros días.
Del mismo modo se puede afirmar, que si bien la sensibilidad personal determina la búsqueda de nuevas ideas, sueños y visiones, es necesario afinar los sensores para poder identificar cuál de esas iniciativas puede ser la que tenga mayor factibilidad de llevarse a cabo, dado que las ideas por si misma valen poco, lo que realmente importa es la capacidad que posea una persona para ponerlas en práctica. Esto permite ratificar que los emprendedores deben precisar el análisis del contexto en dónde ha surgido la oportunidad. Este análisis parte de hablar con la gente, determinar sus necesidades, que solucionaría la idea, quien puede pagar por ella y por qué nadie ha intentado lo mismo antes. En otras palabras, es preciso determinar el eslabón ocupado dentro de valor del ciclo económico, la cual establece seguir la secuencia entre la obtención de insumos y recursos, las actividades propias de producción y el valor agregado del producto.
Se hace necesario, evaluar la factibilidad de la idea, a través de puntualizar el lugar de la cadena de valor ocupado, lo que equivale a indagar sobre los proveedores de materiales e insumos y de los equipos necesarios que garanticen el funcionamiento continuo del negocio, visualizando las distintas fuentes de abastecimiento de la materia prima. Del mismo modo, se requiere evaluar si se cuenta con la capacidad técnica y el conocimiento necesario para elaborar un producto con los indicadores de calidad requeridos para ganar mercados, si se toma en cuenta que en muchos casos resulta cuesta arriba convertir gaticos en leones. Por lo tanto el emprendedor debe someter su producto a la evaluación respectiva, probarlo entre familiares, vecinos y amigos, escuchando atentamente las opiniones emitidas para la mejora continua del mismo y entrar al mercado con un producto satisfactorio para los consumidores.
Por último, es necesario revisar y estudiar los posibles compradores, determinando quienes son, dónde están, cuales son las preferencias de consumo, a quienes le compran, por que compran a la competencia, que ventajas competitivas le ofrecen. Este estudio permite elaborar una estrategia empresarial a través de la diferenciación significativa que marcará al nuevo negocio. Solo así, se pueden definir políticas de mercado para alcanzar la competitividad y la supervivencia de producto o servicio, caso contrario, no cabe la menor duda, que en poco tiempo la idea o la iniciativa empresarial estará formando parte del alto número de nuevos negocios que no sobrevive al primer año de gestión y entran en denominado valle de la muerte de los emprendedores.
Lo antes expuesto representa el mejor camino para que se abran los destellos empresariales hasta alcanzar la luminosidad completa de un mercado sostenible y de esta manera poder afirmar: ¡Eureka, Eureka, he encontrado la manzana de Newton!
Por Joel Alberto Torrez.
Bibliografía.
Harvard Business Review (1999). La Iniciativa Emprendedora. Ediciones. Deusto, S.A. España.
Lambing, P y Kuehl Ch. (1998). Empresarios Pequeños y Medianos. Person y Prentice Hall. México.
Williams Pat (1996). Vamos por todo. Selector actualidad editorial. México.

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