Barreras que impiden la prosperidad.
Una de las barreras que más afecta el logro de la prosperidad es la falta de educación, y aún más, el no recibir una educación de calidad, que le permita al individuo codearse con sus pares, no sólo en la sociedad a la que pertenece sino también en otros países, donde la tecnología, la innovación y creatividad abundan en todas las ramas del saber.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento económico esperado para Latinoamérica, para el año 2023, escasamente llegará al 1.7%. El Director de ese Organismo para el Hemisferio Occidental lo atribuye a la baja calidad de la educación. El conocido periodista, escritor y conferencista Andrés Oppenheimer, en su libro “Basta de Historias”, compara los sistemas educativos de América Latina con los de Finlandia, China, Israel y otros países. Comenta que si no se mejora la calidad de la educación, nos quedaremos rezagados cada día más. El siglo XXI, agrega es el siglo de la economía y del conocimiento.
El trabajo mental vale más que el trabajo manual y las materias primas. Cuando estaba escribiendo su libro, Oppenhaimer entrevistó a la Primera Ministra de Finlandia. Le preguntó cuál era el secreto de Finlandia para estar en primer lugar en tantos rankings económicos. Ella le respondió que había tres secretos: la educación, la educación y la educación. Su conclusión es que si no se coloca la educación de calidad en el centro de lo político y económico Latinoamérica no saldrá del pozo.
Es conveniente revisar dentro de qué agenda política y económica, tienen las personas oportunidad de lograr con su esfuerzo, el bienestar y prosperidad que se merecen. ¿Será en un gobierno con una visión Mercantilista, en uno de Planificación Central, o en el Humanismo ius Naturalista?
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Faría, H. (2018) expresa que estas tres visiones representan las posturas más empleadas (existen otras), por los medios de comunicación social y en investigaciones, al analizar el problema económico.
En la economía mercantilista, comenta Faría, el actor central de la sociedad es la empresa existente, la cual es privilegiada por líderes políticos y el Estado. Hay altos aranceles, trabas a las importaciones para proteger la supervivencia de esas empresas, lo cual afecta el bienestar del ciudadano común. En lugar de que la empresa le sirva eficientemente a la sociedad, es ésta la que debe adaptarse a los intereses de la empresa.
Las barreras al intercambio internacional impiden el libre mercado, el flujo de capitales, y en el caso de Venezuela, se suma el “proteccionismo cambiario”, expresado en términos de constantes devaluaciones del bolívar. Estas funcionan como aranceles que encarecen las importaciones, destruyen la competencia y afectan la vida de los ciudadanos más pobres y necesitados. Es fácil deducir que en este tipo de visión los pobres seguirán siendo pobres y los empresarios monopolistas se enriquecen por las barreras impuestas al libre mercado y a la ciudadanía en general.
En la Planificación Central, expresa Faría, el Estado es el actor central de la sociedad. El Estado centraliza el desarrollo económico, es dueño de las empresas básicas de producción, fija precios, controles de cambio, establece cuotas crediticias a los bancos y es dueño de muchas empresas. En esta visión, privan los intereses colectivos sobre los individuales. Los ciudadanos deben sacrificar sus intereses por los objetivos que establezca el gobierno. Este asume un rol paternalista, de protección, de dador de bienestar al pueblo. Pero, como se sabe, ningún gobierno puede ejercer eficientemente dichos roles, primero por la escasez de recursos, segundo por las diferencias individuales en cuanto a intereses, necesidades y a concepciones de bienestar y felicidad, los cuales no se corresponden con los que persiguen los líderes políticos.
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Para éstos el colectivo es como un rebaño que debe seguir sus órdenes. Este tipo de visión económica es propia de gobiernos socialistas y Keynesianos, donde el desarrollo económico y el bienestar social dejan mucho que desear, excepto para los muy cercanos al gobierno.
En la visión Humanismo ius Naturalista, se considera que los seres humanos nacen dotados por el Creador de derechos naturales inalienables. Estos son el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad bien habida. Bajo esta visión los ciudadanos tienen los mismos derechos y oportunidades de crecer intelectual, social y económicamente. No hay barreras al libre mercado y a las interacciones comerciales internacionales. Las barreras están dadas por la falta de esfuerzo, disciplina y responsabilidad de cada individuo en su formación académica y laboral. Esta formación le permitirá ser útil a la sociedad brindando un servicio, un bien o un producto que solucione algún problema, necesidad o gusto. Así se logra el bienestar y la prosperidad. Es por medio del trabajo creativo e innovador como se genera la riqueza. El bienestar y prosperidad es responsabilidad de cada individuo y no de político o gobierno alguno.
El lector podrá deducir en cuál de las tres visiones tiene el individuo oportunidad de crecer en lo personal, social y económico.

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