Mientras el panorama económico parece sombrío, la crisis política interna en la alianza que permite gobernar a Alberto Fernández hunde al país en la incertidumbre.
Después de cada una de las crisis que ha vivido Argentina no ha vuelto a ser la misma. La pobreza y la indigencia tocan nuevos pisos que parecen inamovibles. Y a pesar de eso todo el mundo parece seguir los pasos del país suramericano. Eso a pesar de que no ha logrado levantar cabeza aún teniendo condiciones naturales y demográficas favorables. Una inflación endémica (a pesar del respiro de los años de la convertibilidad en la década de 1990), endeudamiento perenne y el gasto público excesivo son las marcas del país.
El pasado fin de semana, la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán mantuvo a todo el país en vilo a la espera del anuncio de su sustituto. Finalmente, el gobierno de Alberto Fernández nombró a Silvia Batakis como su sucesora. El mensaje político fue claro: el poder de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, se impuso. Los primeros anuncios de Batakis intentaron ser moderados. Y aunque las primeras declaraciones de la funcionaria buscaban generar tranquilidad no lo consiguieron.
Argentina rumbo a la hiperinflación
En la bolsa de Nueva York los bonos soberanos en dólares argentinos registraron el 5 de julio caídas de entre el 12% y el 14%. El riesgo país llegó a tocar casi los 2.600 puntos y casi todos los valores argentinos registraron una jornada negativa. La brecha cambiaria entre la cotización del dólar oficial y los tipos de cambio libres se acrecentó. Finalmente, JP Morgan advirtió que la crisis política que atraviesa el país más los sensibles desequilibrios macroeconómicos ponen al país peligrosamente cerca de vivir otra hiperinflación.
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Y ahora, todos temen un regreso a los años de mayor enfrentamiento con el sector privado. Es decir, se profundizarán la aplicación de las mismas medidas que ya antes no han funcionado. Lo que se espera es más intervención en la economía, más endeudamiento, más déficit y más inflación que empobrecerá aún más a todos y especialmente a los que menos tienen.
El fin de la hegemonía del dólar
Lo más grave de todo es que el modelo argentino, el desastroso modelo argentino, se haya convertido de forma insospechada en el que todos siguen. El economista español Daniel Lacalle describió en un reciente artículo la desastrosa política monetaria que ha destruido al peso argentino. Explicaba Lacalle que «en los últimos tres años, la base monetaria [del peso] ha aumentado un 179,73 % o y en diez años más de 1.543,8 %». Eso, agregó, ocasionó que la moneda de Argentina perdiera el 99% de su valor frente al dólar estadounidense.
También, el español detallaba que aunque es verdad que la Reserva Federal también aumenta la base monetaria del dólar no lo hace en la misma magnitud que el Banco Central de la República Argentina. «En los últimos diez años, incluyendo todo el dinero en circulación, se ha disparado en Argentina un 2.328,09 % en diez años, mientras que en los Estados Unidos se ha duplicado», agregaba.
Sin embargo, advertía que la supremacía del dólar no estaba garantizada aún cuando todavía era una alternativa mejor al resto de las monedas.
«..los nubarrones se acumulan. Por un lado, los políticos de Estados Unidos defienden cada vez más la aplicación de políticas monetarias aún más agresivas para financiar un presupuesto público inasequible y creciente. Por otro lado, algunos países están empezando a buscar alternativas al dólar para vender productos básicos»
Daniel Lacalle
El modelo argentino en el mundo
Además de la política monetaria, hay otros síntomas que parecen reflejar que el resto del mundo ha tomado el ejemplo argentino como el modelo a seguir. Uno de ellos es el discurso de los gobernantes, que cada vez se asemeja más al populismo suramericano. El pasado fin de semana, el presidente de EEUU, Joe Biden, escribió en Twitter: “Mi mensaje para las empresas que gestionan las gasolineras y fijan los precios en las gasolineras es simple: es una época de guerra y peligro global”. Y remataba: “Reduzcan el precio que está cobrando en la bomba para reflejar el costo que está pagando por el producto. Y hagánlo ahora«. Biden se desentiende de cualquier responsabilidad para detener lo que parece una imparable inflación. En su lugar, traslada esa responsabilidad la sector privado.
El mismo Daniel Lacalle escribió hace tres años ( en 2019, antes de la pandemia) algo que ahora parece visionario. Entonces, hablando del estancamiento económico de 30 años de Japón y cómo los bancos centrales estaban conduciendo a la economía mundial a una inminente y grave crisis, decía:
«Japón mantiene sus desequilibrios porque es uno de los pocos que ha emprendido esta política concertada de zombificación. Esto no se puede transferir al resto del mundo, porque el resultado no sería un estancamiento al estilo japonés sino una cadena de crisis al estilo argentino».
Daniel Lacalle
Con información de Mises.org, Infobae, Cronista, Forbes y The Hill.
Equipo de Redacción – Econintech.org

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