ignorancia
Los recientes procesos electorales me hicieron pensar en las formas de elegir al candidato o a los candidatos, según sea el caso.
Algunas personas, con determinada ideología política, votan por el (los) candidato(s) impuesto(s) por su partido. Hay quienes lo hacen sin pensar mucho, siguiendo la tradición familiar, la inclinación de las mayorías (efecto rebaño), o el que le aconsejen sus amistades más cercanas. Otros se fijan en el carisma, locuacidad, confiabilidad, fama o en las ofertas que realizan (entre más villas y castillos ofrezcan mejor). Algunos votan nulo o no ejercen ese derecho. Finalmente, un muy reducido número de ciudadanos realizan su elección, previo análisis de los principios ideológicos, programas de gobierno, factibilidad de su cumplimiento y las consecuencias de dichas ofertas electorales. Estas son personas con conocimiento en materia económica y política. Es de resaltar que el grueso de los votantes, se pueden considerar analfabetos en las áreas de economía y política. Esta condición es denominada por Faría, H. (2018) Ignorancia Racional.
Son ignorantes no por analfabetas en el sentido de la palabra. Hay un buen número de ellos que saben leer y escribir, son bachilleres, técnicos superiores y egresados universitarios en diversas ramas del saber. Algunos ostentan diplomados, maestrías y doctorados, pero no se interesan en adquirir conocimientos básicos en economía y mucho menos se interesan por la política. De allí que su voto no tiene una base racional. En las universidades, centros de difusión del saber, se habla y se imparte sólo la visión socialista y keynesiana.
La Ignorancia Racional es definida por Faría, H. (2018, pp.38-41), como, la falta de conocimientos en materia económica en el que muchas personas permanecen, debido a que los costos de informarse no compensan los beneficios, aun cuando esto se realice vía internet. Un profesional prefiere utilizar ese tiempo en actividades de crecimiento en su especialidad, ya que le reportará mejores ingresos., o en actividades recreacionales con su familia.
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El costo de informarse implica tiempo y éste no se quiere sacrificar al no valorarse el beneficio que otorga dicho conocimiento. Este beneficio se refiere a la determinación de políticas idóneas que redundarían en el bien propio y en el de una mayoría de personas.
Puede decirse que no tenemos una cultura económica que sustente decisiones políticas racionales. Comenta el Dr. Faría que esta situación de Ignorancia Racional es aprovechada por quienes se benefician de los políticos y de sus políticas perversas. Estas últimas, expresa, se refieren a políticas que favorecen a una minoría, perjudicando a la mayoría de la población. Estos grupos minoritarios, favorecidos por dichas políticas perversas, son conscientes de ello, y ejercen gran influencia tanto en los procesos políticos como en los contenidos de los medios de comunicación. Todo con tal de mantenerse vigentes, aun cuando continúen con el empobrecimiento mercantilista de la mayoría. Aunque siempre habrá ganadores y perdedores con las políticas que se tomen, la idea es que la mayoría de los ciudadanos sea la ganadora.
¿Por qué ocurren las políticas perversas? Ocurren gracias a la Ignorancia Racional en que estamos inmersos, a pesar de los altos niveles educativos de muchos, pero en otras áreas del saber. Las decisiones políticas tomadas, al momento de votar, sin un razonamiento desde el punto de vista económico, harán que más adelante nos arrepintamos por ello. Pero como dice el dicho “después del ojo afuera, no vale Santa Lucía”. Es tiempo de prepararse, de instruirse, para tomar decisiones políticas idóneas, que vayan en beneficio de las mayorías. De lo contrario, no nos quejemos por los altos índices de pobreza que se registran en el país.
Por Neley A. Rueda R.
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