Hace varias semanas oí a un dirigente socialista invitar a sus partidarios y público en general a participar en el proceso de elección interna de ese partido. Escogerán los candidatos que los representarán en los próximos comicios electorales nacionales, a celebrarse en Noviembre de 2021, para los diferentes cargos de gobernadores, alcaldías, etc. Este proceso, según él, permitiría dar un matiz democrático al evento. Su razonamiento me hizo pensar en la incógnita ¿Es posible un socialismo con democracia? Para responder a esta pregunta nada mejor que el ensayo “Una Social-Democracia: ¿es viable?” del Dr. Hugo Faría (2020)* pp.113-124.
Para ello, el Dr Faría utiliza información obtenida en tres líneas de investigación. Ellas son: filosofía moral, evidencia histórica y evidencia moderna. A continuación un breve resumen de éstas.
En la primera línea de investigación se deja claro que la democracia implica: libertad política, es decir el derecho a elegir a través del voto a alguien para determinado cargo o también para suspenderlo del mismo; competencia entre los partidos políticos y sus representantes y el control y equilibrio del poder entre las tres ramas del gobierno. Para lograr una democracia duradera, expresa el autor se requiere de una amplia distribución del poder.
El socialismo económico se caracteriza por la concentración del poder económico por parte del gobierno, quien además es el dueño de los sectores más productivos de la economía. Esto impide una libre participación de los ciudadanos, tanto nacionales como extranjeros. En las empresas estatales, sus directivas y altos cargos gerenciales son nombrados por el gobierno. Mientras en las empresas privadas, los gerentes y cargos importantes son elegidos, entre los mejores por los accionistas quienes son los que arriesgan su capital.
De interés: Democracia sin libertad económica
La democracia se trata de instituciones y reglas del juego político que son inclusivas. En el socialismo las reglas del juego son excluyentes. Por ello, señala Faría, la coexistencia de estas dos versiones socialismo económico y democracia está destinada a chocar, lo que conlleva a una alta inestabilidad y a una insignificante tasa de crecimiento económico.
En cuanto a la evidencia histórica, según Faría, ésta sugiere que el inicio de una verdadera democracia requiere de una corona empobrecida. Este es el caso de las democracias que surgieron en la Europa Occidental, específicamente en las ciudades medievales del norte de Italia, Alemania y Países Bajos, así como en la antigua Atenas durante los siglos X y XI a.c. Esto se explica por la existencia de monarquías no patrimoniales, es decir sin independencia fiscal.
En ellas se reconoció el derecho a la propiedad privada de los ciudadanos y la protección contra las invasiones del rey. Lo opuesto se reporta en la Europa Oriental, en los países del Cercano y Lejano Oriente, donde las monarquías eran patrimoniales y dueños de las tierras y súbditos.
Es interesante saber que la firma de la Carta Magna en el año 1215, considerada el primer estatuto del Reino de Inglaterra, se debió a que los nobles tomaron ventaja de la difícil situación económica del Rey Juan, quien pidió dinero prestado a los barones. Estos se lo dieron a cambio de derechos. Es así como en la Carta Magna aparecen dos cláusulas relevantes. Una expresa que para subir los impuestos, el rey debe consultar a los barones. La otra establece el respeto a la propiedad privada de barones y nobles. Con estas disposiciones restringieron el poder del rey.
Utopía o realidad
Cuatrocientos setenta y tres años más tarde el rey se sometió a la voluntad del parlamento al reconocer que era rey por voluntad de éste. Con esto se inició la democracia parlamentaria. El sometimiento del rey a la ley se debió a su empobrecimiento lográndose así el enriquecimiento del pueblo y los plebeyos.
España y Francia son ejemplos de monarquías con gran independencia fiscal. España recibía cantidades de metales preciosos de sus colonias y Francia de sus ingresos por dominios reales. Esto dificultó el sometimiento de las coronas a la ley y obstaculizó la democratización en esos países.
Así mismo, la evidencia moderna exhibe similitudes de casos con los mencionados en la evidencia histórica. Algunos siguieron el comportamiento de Inglaterra y lograron democracias prósperas. Tal es el caso de las colonias británicas. Por su parte, las antiguas colonias francesa, española y portuguesa continuaron con su legado colonial, caracterizado por problemáticas instituciones económicas y políticas extractivas. Esto impide establecer el estado de derecho, lograr un crecimiento económico sostenido y el desarrollo político.
Otros fracasos en el establecimiento de las democracias prósperas son los países de la OPEP. Sus gobiernos son los dueños del petróleo y por lo tanto sus instituciones tanto económicas como políticas son excluyentes. El caso opuesto lo constituyen países como Noruega, Inglaterra y Alaska en los Estados Unidos cuyas instituciones son inclusivas y lograron negociar eficientemente su riqueza petrolera recién encontrada, fomentando el bienestar de sus ciudadanos. Para estos países es prioritario permanecer en el camino que los lleva a la prosperidad económica y a sus altos niveles de desarrollo político.
Lectura recomendada: Humildad, un valor fundamental para la convivencia humana
Finalmente, otro fracaso de cómo falló la democracia es Venezuela. De ser uno de los países con más rápido crecimiento económico a nivel mundial, desde 1920 hasta 1957, su arribo a la “democracia social(ista) en 1959” significó el fin de la prosperidad y el comienzo de la destrucción de la democracia. En 1975, el gobierno expropió las compañías petroleras y a la fecha, ya era el propietario de los sectores más rentables de la economía.
Con esta información, la incógnita planteada al inicio queda resuelta. La democracia implica no solo participar libremente en elecciones para otorgar un cargo o suspender a alguien del mismo, requiere también el respeto de los resultados, además de la libre participación de representantes de otros partidos en el proceso (excepto si son elecciones internas de un partido). Igualmente es muy importante, en aras de lograr una democracia duradera, el control y equilibrio del poder entre las diferentes ramas del gobierno.
Ocurre que el socialismo se caracteriza por concentración del poder, tanto político como económico. Por ello, socialismo y democracia están condenados a enfrentarse. Las evidencias histórica y moderna demuestran cómo la concentración de poder político y económico constituyen trabas para la instauración y duración de las democracias.
Se requirió, como dice el Dr. Faria en su artículo, el empobrecimiento de las coronas para que las democracias fueran una realidad y así los ciudadanos gozaran del respeto a su propiedad y la libertad que les permitió obtener riqueza y dignidad. Pero en las monarquías patrimoniales y gobiernos con independencia fiscal eso no es posible.
*Faría, Hugo (2020). Una social-democracia: ¿es viable? En: “Prosperidad y Libertad” Lo que necesita Venezuela… Editado por Rafael Acevedo. Unión Editorial Colombia y Econintech.
Por Neley Rueda Ramírez, Ph D.

What do you think?