El rol del docente bajo las modalidades actuales de la educación
La pandemia ocasionada por el Coronavirus a nivel mundial forzó el salto de la educación predominantemente presencial a la modalidad virtual. Esta inesperada situación tomó por sorpresa y sin preparación, con pocas excepciones, a todos los involucrados en el hecho educativo: instituciones, docentes y estudiantes. En este artículo se comenta el rol del docente en ambas modalidades.
En la educación presencial, su rol es activo. Sus clases son generalmente expositivas. Él desarrolla los contenidos, prepara el material didáctico, asigna al estudiante la bibliografía a consultar así como las actividades a desarrollar en forma individual o en equipo. No le era indispensable el uso de las herramientas virtuales, a pesar de ser éstas una excelente ayuda para complementar su trabajo orientador. La utilización de las mismas era muy tímida. Ello debido al desconocimiento de su uso y la poca disposición para hacerlo.
El docente lleva el conocimiento al alumno
Además de transmitir y guiar en la adquisición de conocimientos, los cuales no deben quedarse en el plano memorístico sino que deben estimular la observación, intuición, creatividad y demás procesos mentales que permitan la transferencia de esos conocimientos para la solución de problemas y de necesidades de su comunidad a través de proyectos innovadores, el docente modela valores, actitudes y comportamientos que impactarán en la formación y futuro desempeño del estudiante.
La honestidad, puntualidad, responsabilidad, buen uso del lenguaje, respeto y buen trato hacia los estudiantes, mostrar interés por su aprendizaje, dar confianza para que lo consulten, motivar y ayudar a que superen dificultades son características valiosas, deseables y observables en un docente consciente de la trascendencia de su acción docente. Esas actitudes y comportamientos comprometen al alumno a seguir esforzándose y buscar la excelencia en su aprendizaje.
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Personalmente he oído alumnos decir: “el profe le da tanto ánimo y emoción a sus clases, que no nos queda otra alternativa que esforzarnos”. También recuerdo conversaciones que reflejan lo opuesto. Casos de “docentes?” que apodan a los estudiantes de diferentes maneras, usando nombres de animales y términos peyorativos. Es igualmente frecuente el profesor que al inicio del semestre expresa que, del grupo, muy pocos aprobarán, pues su materia es muy difícil.
Con motivaciones como estas últimas es fácil imaginarse el bajo porcentaje de prosecución de los estudiantes, en especial cuando las asignaturas privan sobre otras de la especialidad. Aunque el alumno es el responsable de su aprendizaje, pienso es nuestro deber como docentes ayudarlos a superar dificultades en su aprendizaje, animarlos a que se esfuercen, que sean perseverantes. A medida que superen obstáculos irán cobrando confianza en sus habilidades, tendrán mayor seguridad en sí mismos y crecerá su autoestima. Lo más seguro es que finalizarán sus estudios.
La motivación del alumno es clave
En cuanto a la modalidad virtual de la educación son conocidas las serias limitaciones, no sólo como se comentó antes, por la inexperiencia en el uso de dichas herramientas sino también por la carencia de los equipos requeridos, unido a las continuas fallas de los servicios públicos: electricidad e internet. Sin embargo, los esfuerzos y la colaboración de parte de docentes y estudiantes han sido necesarios.
En la educación virtual, el docente coloca al estudiante en contacto con el conocimiento y es este último quien debe protagonizar su aprendizaje asistiendo a las aulas virtuales, consultando los pdf, las páginas web, videos y otras fuentes recomendadas por el profesor. Luego deberá realizar las actividades establecidas para demostrar sus logros.
Si en la educación presencial se requiere un docente comunicativo, que comprenda las limitaciones de los alumnos, que esté dispuesto a dar ayuda, con mucha más razón se requiere todo eso en la educación virtual. Por ejemplo, no es lo mismo desarrollar una clase presencial en dos o tres horas a realizarla en un aula virtual. Esta no permite un tiempo tan prolongado. Por ello el docente debe seleccionar los materiales fundamentales a presentar y los de consulta para el estudiante. Debe ser razonable en cuanto a cantidad y calidad de los mismos.
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Se debe tener en cuenta que el estudiante debe cumplir también con las asignaciones de otras asignaturas. El docente no debe limitarse a decir por ejemplo: Ahí tienen ese pdf, vean a ver qué hacen con eso. Conductas de ese tipo no orientan al alumno y dejan mucho que desear de nuestra función docente.
En resumen tanto en la educación presencial como en la virtual se requiere un docente creativo, innovador, dispuesto al cambio, a la actualización, al uso de nuevas tecnologías, consciente del propósito y significancia de su labor. Un docente dispuesto a ayudar, dar confianza y monitorear el aprendizaje de sus alumnos. No se trata de ser facilistas pues se debe cuidar la calidad y excelencia en la formación que se imparte. Se dice estamos en la era del conocimiento innovador, en la era digital y de la inteligencia artificial.
Estos niveles de conocimiento se logran con altos niveles de excelencia. Estamos preparando las generaciones de relevo, a los jóvenes de hoy, adultos de mañana quienes tendrán la responsabilidad de lograr su propio bienestar, así como el desarrollo social y económico del país. De allí la trascendencia y significancia de la labor docente.
Por Neley A. Rueda Ramírez, Ph.D

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