Se hace necesario hablar de la moralidad del capitalismo como una manera de contrarrestar los múltiples calificativos y críticas negativas adjudicadas por los creadores del término (Carl Marx y su discípulo Sombart) así como una minoría de intelectuales universitarios, de tendencia socialista. Ideas que al no ser refutadas, se han impuesto como verdaderas en el ambiente universitario y en la sociedad en general.
Por ello, la importancia del libro “La Moralidad del Capitalismo” editada por el Dr. Tom Palmer. Allí, todo el contenido es relevante. Desde el prólogo hasta el último artículo proporcionan información que permite contradecir las variadas aseveraciones despectivas sobre el capitalismo.
En tal sentido, el Capitalismo ha sido vinculado con términos como egoísmo, individualismo atomístico, robo, saqueo, explotación y abuso, entre otros. Por ello, producto de la lectura de la obra antes mencionada, en este escrito, se presenta una breve explicación relacionada con esos términos que permite refutar la veracidad de esos calificativos.
Se afirma que el Capitalismo es egoísta, pero el capitalista emprendedor, inversor, innovador, el que corre riesgos, desarrolla una idea para solucionar un problema, responder a una necesidad, atender un deseo, un anhelo de una clientela, de una comunidad. Lo motiva no sólo el interés propio sino su deseo de ayudar a otros, a su clientela, su familia, a sus empleados, proveedores, inversores y la comunidad, es decir se interesa por todos los grupos que integran la familia empresarial. No actúa sólo pensando en él. Todos dan y reciben. Es lo que se llama beneficio mutuo. Además el Capitalista de libre mercado practica la generosidad a través de la filantropía voluntaria, Para ello, las empresas deben tener ganancias. De lo contrario no pueden ayudar a muchos otros. ¿Es eso ser egoísta?
El Capitalismo favorece el individualismo atomístico en el que cada ser humano es una isla, que sólo busca el beneficio propio, sin interesarse en las necesidades y deseos de los demás. Como señala David Boaz en su artículo Competencia y Cooperación, si esto fuera cierto, estaríamos (pienso como el hombre primitivo) sembrando y criando para alimentarnos, elaborando nuestra propia vestimenta, refugiándonos en casas hechas por uno mismo y utilizando medicinas naturales obtenidas de plantas. Ningún liberal capitalista querrá vivir aislado, alejado de los beneficios que la sociedad moderna ha logrado por medio de la cooperación libre y voluntaria. Todos los adelantos tecnológicos, comunicacionales, agrícolas, industriales, científicos, médicos, educacionales, artísticos, etc., están al servicio y disfrute de la sociedad actual. ¿En solitario el ser humano hubiera logrado lo que hoy tenemos?
Se dice que El Capitalismo implica robo y saqueo. Sucede que en el capitalismo de libre mercado se deben cumplir normas y reglas que prohíben robar y saquear y el decir mentiras para lograr ventajas sobre otras personas. Se respeta los derechos de los demás y se respeta las propiedades ajenas. En su actuar hay integridad, respeto y confianza. Claro está que esto no sucede en el Capitalismo desarrollado por los monopolistas, personas cercanas por filiación, afinidad o amiguismo con políticos y burócratas gobernantes. Este tipo de capitalismo es llamado Capitalismo de Compinches.
En ese sentido, el Dr. Palmer presenta en la introducción del libro, una excelente comparación entre estos dos tipos de capitalismo. Al respecto, señala que, “en muchos países si alguien es rico, existe la probabilidad de que tenga poder político o de que sea familiar cercano, hombre de confianza, colaborador, en una palabra “compinche” de quienes ostentan el poder. Su riqueza proviene no de la producción de bienes y servicios valiosos sino del goce de privilegios que el Estado les puede conferir a algunos en detrimento de otros” (p.26). Acá también se ubica la práctica de rescatar empresas quebradas con dinero proveniente de los impuestos pagos por los contribuyentes. Este amiguismo corrupto “Capitalismo de Compinches”, no debe confundirse con el “Capitalismo de Libre Mercado”, el cual “es un sistema de producción e intercambio voluntario, basado en un Estado de Derecho, igualdad de derechos para todos, libertad de elección, libertad de comercio, libertad de innovación, la disciplina orientada a ganancias y pérdidas y el derecho a disfrutar del fruto del trabajo, el ahorro y la inversión propios, sin temor a confiscaciones o restricciones, por parte de quienes invirtieron, no en la generación de riquezas sino en el poder político.” (pp. 26-27).
En relación a este último párrafo conviene preguntarse, ¿quiénes son los egoístas, abusadores y explotadores? Quienes no permiten que otras personas puedan participar en el mercado, importando artículos y productos que a la larga beneficiarían a la sociedad en general, no sólo por los bajos precios, sino también por la diversidad de opciones y calidad de los mismos. ¿Quiénes son los inmorales?, ¿A quiénes están afectando con su egoísmo?, ¿Es esa la manera de velar por el bienestar y el desarrollo económico y social de los ciudadanos y del país?
De allí, la necesidad de que la juventud de educación secundaria, universitaria, profesionales y la sociedad en general, se informe sobre las filosofías políticas socialistas tanto de izquierda como de derecha y las contraste con la filosofía del liberalismo clásico que promueve el capitalismo de libre mercado, bajo los principios de libertad, derechos individuales y un Estado democrático limitado constitucionalmente. Esto le permitirá analizar y determinar bajo cuál de las filosofías políticas logra un país el desarrollo, el bienestar y la riqueza que todos los ciudadanos merecen. Y usted, ¿qué opina?
Por Neley A. Rueda Ramírez, Ph.D

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