Lo expresado en este artículo es opinión de su autor; no necesariamente refleja la opinión de Econintech.
Tal vez el lector esté pensando que este artículo guarda relación con la teoría de evolución por selección natural de Darwin, pero en verdad no la tiene, el mismo está orientado a la búsqueda de distintos caminos para tratar de encontrar las posibles soluciones a la profunda crisis que consume a Venezuela al final de la segunda década del siglo XXI. Al observar el panorama económico, del que fuera uno de los países más prósperos de Sur América el siglo pasado, se puede percibir que la mayoría de las empresas, grandes, medianas, pequeñas y micro, luchan intensamente por sobrevivir en un ambiente turbulento, que vapulea sus débiles mercados y lo llena de una marcada inestabilidad política. Altos índices de inflación, salarios contraídos, escases de productos, baja producción de bienes, deficientes servicios públicos, inseguridad, entre otros, representan el día a día de los venezolanos; solo un emprendedor natural, como diría Darwin, sabe que las largas colas en los abastos y la búsqueda desesperada de los productos de la cesta básicas determinan que Venezuela en este momento, es el país de las oportunidades.
Ahora bien, es cierto que en Venezuela el salario del mes, con mucha suerte, solo alcanza para comer un par de días, por lo tanto no existe otra opción, emprendemos o emprendemos pero no puede haber marcha atrás si se quiere sobrevivir en este hermoso territorio. En ese orden de ideas, Lambing y Kuehl han definido con precisión las características que debe tener un emprendedor astuto, que si bien pueden ser de mucha utilidad en un momento dado, no todos las tienen en forma integral como cualidades personales. Entre estas se menciona que un emprendedor debe tener pasión, Tenacidad, confianza en sí mismo, iniciativa, creatividad, autodeterminación, y pare usted de contar, personalmente considero que emprender amerita solamente un factor humano fundamental, asumir una determinación. Sí, asumir una determinación, una de las más importantes de la vida. Esa determinación debe llevar, necesariamente, hacia una conducta observable en el individuo: estar siempre pendiente de las oportunidades del ambiente.
Del mismo modo es necesario precisar, que asumir una actitud emprendedora requiere con mucha puntualidad que el ciudadano comprenda que en esa actitud inciden de forma marcada, los componentes cognitivos representado por la percepción, creencias y valoraciones concretas que se tengan sobre el hecho mismo de emprender; los componente afectivo orientado hacia el sentimiento y sensaciones a favor o en contra de la propia acción de iniciar un pequeño negocio y los componente conductual que dispone al individuo a actuar hacia la búsqueda de una meta determinada.
Con base a lo anterior se puede afirmar, que el espíritu emprendedor nace de asumir entonces una actitud creativa y dispuesta a definir el riego de iniciar y administrar un nuevo negocio y buscar con afán las fuerzas necesarias para no abandonarlo. De acuerdo a los autores antes nombrados, la motivación a emprender puede surgir de dos enfoque fundamentales, El primero, denominado el enfoque endógeno o de adentro para fuera, basado en las capacidades, habilidades y antecedentes del individuo para generar la idea y a su vez identificar la posibilidad de llevarla a cabo. El segundo enfoque, es el exógeno, de afuera hacia adentro, este tiene como base el reconocimiento de una oportunidad y de pensar que un negocio puede tener éxito solo si responde a las necesidades del mercado.
De lo anterior se desprende, que el proceso emprendedor es la traducción de condiciones o tendencias generales en oportunidades específicas. Muchos negocios de éxito inigualable surgieron del reconocimiento de dos o más condiciones económicas en la sociedad. Por lo tanto la tarea del empresario debe ser el rastreo del ambiente dónde se desenvuelva, para buscar en forma permanente hechos que puedan servir de impulsores y activadores de la actitud emprendedora que se van a traducir en oportunidades económicas. Peter Drucker, considera que cualquier persona puede aprender a ser empresario, lo único que requiere es asumir una actitud determinante. Las buenas ideas pueden ser comunes pero solo son válidas para quién sea capaz de llevarlas a la práctica sin pensar en el fracaso. Tal como comenta el mariscal de campo Joe Namath “Nunca he perdido un juego, aunque algunas veces se me ha acabado el tiempo antes de ganar”. El fuerte emprende y sobrevive, el débil perece, es decir, el éxito es del que nunca se rinde.
Por Joel Alberto Torrez.
Bibliografía
Lambing, P y Kuehl Ch. (1998). Empresarios Pequeños y Medianos. Pearson y Prentice Hall. México.
Román, J. R. (2001). Como Empezar Un Negocio con Éxito. Editorial Vida. USA.

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