La dolarización o la libertad monetaria funcionan pero no son soluciones mágicas. No tenemos fe ciega en los expertos. Henri Falcón no lo va a hacer (sobre todo porque probablemente no ganará en las falsas elecciones). Estas medidas son medios para conseguir algunos (muy importantes) fines.
Apenas empezamos a ver las más terribles consecuencias, pero la crisis de Venezuela no es nueva. Tampoco empezó con el chavismo. Una hiperinflación que no tiene techo al mismo tiempo que ocurre una depresión económica sin fondo, combinación letal para un país sumergido además en un ambiente de represión política y caos social.
Es en ese contexto que se comienza a hablar de la dolarización. En Econintech siempre hemos estado a favor de la libertad monetaria, como quedó claro el artículo publicado por nuestro equipo de investigadores. Pero al conocer la propuesta del profesor Steve Hanke, publicado en este artículo de Forbes (aquí nuestra versión en castellano), decidimos promoverla. Luego explicaremos por qué.
Ahora, cuando la dolarización se convirtió en una falsa promesa de campaña presidencial, defensores y detractores de la idea han hablado. En Econintech creemos que dolarizar con la propuesta de Hanke es un plan para el día después. No es una idea pensada para ser ejecutada con la actual administración El mismo Hanke lo ha dicho a través de su cuenta en la red social Twitter: “Hasta que Maduro no se vaya, el país está perdido”.
¿Y por qué defendemos la dolarización? Como decía, en Econintech siempre hemos defendido que lo mejor para los venezolanos sería la libertad monetaria, entendida como la eliminación el curso forzoso del bolívar, el cual podría seguir existiendo, y dejar al libre albedrío de las personas y las empresas la elección sobre con cuál moneda quieren transar. Y seguimos manteniendo esa idea como una de nuestras principales propuestas.
Econintech abraza la ideología liberal, en el sentido clásico del término, y el liberalismo es muchas cosas, pero hay una que no es. No es dogma. Así que luego de conocer la propuesta de Hanke y que nuestro director Rafael Acevedo se reuniera con el profesor en Washington, surgió una alianza. Y hay tres razones por las cuales coincidimos con Hanke.
Lo primero es que dolarizar la economía implica detener en seco a la hiperinflación. Ya eso por si solo significa un salvavidas para quienes habitan el país. Y hay un efecto asociado a esto que es reducir, de forma drástica el poder de los políticos sobre la economía, la vida, los bienes y los ingresos de los venezolanos. La historia nos muestra que ese poder solo se ha usado para hacer el mal.
La devaluación constante del bolívar tiene más de tres décadas, tiempo en el cual el aparato estatal, aunque sufrió modificaciones durante la década de 1990, se ha vuelto cada vez más hipertrófico.
En la década de 1980, le tocó al presidente Luis Herrera Campíns asumir las consecuencias del llamado Viernes Negro, pero la destrucción del bolívar se había fraguado desde hacía 10 años antes con las políticas interventoras de los primeros gobiernos de Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez. Desde entonces, la política monetaria venezolana ha sido cavar un agujero sin fondo. La economía de los países siempre puede estar peor.
Sin estabilidad no hay nada
El segundo aspecto también es consecuencia del primero, al controlar la inflación generas condiciones de estabilidad para todos. Estabilidad que facilita el cálculo económico de cualquier emprendimiento y los de cualquier inversor extranjero que apueste a poner su dinero en la maltrecha Venezuela, que en ese escenario hipotético ofrecería estabilidad. inversiones internacionales. Y la misma estabilidad que permite a un individuo particular, y a una familia retener el valor del dinero ganado como fruto de su trabajo y también programar el ahorro y la inversión que le permitirán mejorar su calidad de vida.
Dolarizar con libertad monetaria
Y tercero, la principal razón de nuestra afinidad con la propuesta de Hanke, es porque lleva implícita la libertad monetaria. En el texto adelantado por el economista queda claramente establecido que las transacciones privadas podrán hacerse en cualquier moneda que acuerden las partes involucradas. Es decir, no habrá el curso forzoso de ninguna moneda.
Si asumimos la bandera de la dolarización es porque precisamente viene acompañada de libertad monetaria y por supuesto, el de quitarle el poder a los políticos de empobrecernos (con inflación) para financiar su irresponsabilidad y demagogia
No creemos en la magia
Ahora, asumiendo la falacia lógica del hombre de paja, muchos de los detractores de la dolarización quieren hacer creer que se presentan la libertad monetaria o la dolarización como una especie de vudú, una magia que arreglará todo sin que se sepa cómo. Nada más lejos de la verdad. Tampoco está planteada la dolarización como un camino fácil desprovisto de durezas y sacrificios.
Estas medidas un marco de estabilidad en el cual emprender necesarias reformas económicas, y también políticas, porque su misma adopción requiere un cambio en la constitución vigente en el país. Y antes que todo eso pueda suceder, se requiere un cambio de gobierno, un verdadero cambio de gobierno.
Las críticas a las propuestas de dolarización vienen de gente común. Personas que incluso esgrimen argumentos nacionalistas para justificar el mantenimiento del bolívar como moneda nacional. Esas críticas se escuchan y a esa gente hay que convencerla con argumentos.
Pero también hay críticas de expertos de gran prestigio, como las efectuadas por Ricardo Hausmann quien considera que la dolarización no haría nada por Venezuela, sino que más bien empeoraría los problemas que ya sufren los venezolanos pues despojaría al estado del poco margen de maniobra que tiene para pagar los salarios a 6 millones de personas (entre pensionados y empleados públicos). Todo lo que incidiría en un agravamiento de la situación general de la economía y la profundización de los estragos que causa en las vidas de los venezolanos
Contra Haussman
Además, Hausmann agrega que “muy probablemente” la comunidad internacional no apoye la dolarización de Venezuela. Ante esos planteamientos de Haussmann, Luis Henrique Ball, escribió una respuesta del cual extraigo (https://es.panampost.com/luis-henrique-ball/2018/03/30/ricardo-hausmann-dolarizacion-fatal-arrogancia-venezuela/) un párrafo que considero central:
“La dolarización por si sola no genera prosperidad. Otras reformas son necesarias, pero todas se facilitan con la dolarización. A diferencia de otros mecanismos, la dolarización detendría de forma inmediata el deterioro del salario y rescataría la confianza en los medios de pago, haciendo resurgir el comercio formal. En condiciones normales, se podrían intentar otras soluciones monetarias. Todas, por cierto, tendrían los mismos mecanismos e ‘inflexibilidad’ de la dolarización, ya que sin ella la regeneración de la confianza sería imposible”.
No, Falcón no va a dolarizar
La dolarización, por su parte, tiene falsos defensores. Específicamente, Henri Falcón, el ahora “falso candidato” a las falsas elecciones presidenciales que se celebrarán en Venezuela en poco más de un mes. Su promesa de dolarización, estoy seguro, no es más que un cálculo demagógico para tratar de movilizar algún apoyo. Falcón debe haberse enterado que hay en parte de la opinión pública simpatía hacia la idea de la dolarización y usa ese gancho. En realidad, es muy difícil creer que Falcón quiera dolarizar porque la dolarización exige disciplina fiscal y prescindir de lo superfluo, dos cosas que no han caracterizado nunca sus gestiones como alcalde y gobernador, y cualquier habitante del estado Lara puede dar testimonio de ello.
Así que es difícil creer que un político que dice que va que acabar con la “regaladera de dinero” pero al mismo tiempo ofrece 25 dólares al mes para los adultos venezolanos poco puede creer en la disciplina fiscal.
Entonces, nos encontramos con que una gran parte del establecimiento político e intelectual adversa la idea de dolarizar, pero esto es solo porque los despojaría de poder e influencia. “Dame el control de la emisión de la moneada de un país y no me importa quien haga sus leyes”, le atribuyen al fundador de la casa Rothschild, y sea cierto no que él haya dicho esa frase, la realidad es que quien controla la moneda de un país es quien realmente tiene el poder.
Ese poder, los gobernantes venezolanos lo han usado de forma irresponsable durante más de 40 años por políticos que en nombre de los pobres, han creado más pobreza y han empobrecido a todos.
Dolarizar o implementar la libertad monetaria, insisto, no son panaceas. No es un camino fácil. Pero de alguna manera se tiene que comenzar y cuando el momento llegue, se tendrá que tomar esa medida para que el pueblo venezolano pueda tener nuevamente un futuro. El momento sería ahora, pero hasta que no haya un verdadero cambio de poder no se logrará
En resumen: con estas medidas se detiene la inflación, se recupera la estabilidad, se gana confianza y se crean condiciones para invertir. Requiere sacrificios momentáneos que rendirán frutos en el futuro al corto, mediano y largo plazo. No son la solución pero pueden ser el comienzo de la misma.

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